Acabando con la Guerra Contra la Práctica de Compartir
por Richard Stallman
2009-10-13
Cuando la compañÃas discográficas arman tanto escándalo sobrelos peligros de la "piraterÃa", no están hablando de violentos ataquesa los barcos. De lo que se quejan es de la práctica de compartir copiasde música, una actividad en la que participan millones de personas conespÃritu de cooperación. Mediante el uso del término "piraterÃa", lascompañÃas discográficas demonizan la cooperación y la práctica decompartir, equiparando estas actividades al secuestro de personas, alasesinato y al robo.
El /copyright/ fue establecido después de la aparición de laimprenta, método que posibilitó la producción masiva de copiasgeneralmente para uso comercial. En ese contexto tecnológico el/copyright /era aceptable en calidad de norma industrial, no comorestricción a los lectores ni (posteriormente) a quienes escuchanmúsica.
En la década del 1890, las compañÃas discográficas comenzaron avender música producida en masa. Estas grabaciones nointerfirieron sino que facilitaron el poder escuchar y disfrutarde la música. El /copyright/ de estas grabaciones musicales noimplicaba prácticamente ningún tipo decontroversias, ya que sólorestringÃa a las compañÃas discográficas y no a los oyentes.
Hoy en dÃa la tecnologÃa digital le permite a cualquiera hacer ycompartir copias. Las compañÃas discográficas ahora pretendenusar las leyes del /copyright/ para impedirnos el uso de ese avancetecnológico. La ley que era aceptable cuando restringÃa sólo a loseditores es ahora una injusticia porque prohÃbe la cooperación entreciudadanos.
Evitar que las personas puedan compartir va contra la naturalezahumana, y la propaganda Orwelliana que dice que "compartir esrobar" normalmente cae en saco roto. ParecerÃa que la única manerade hacer que la gente deje de compartir es mediante una dura GuerraContra la Práctica de Compartir. Por consiguiente, las compañÃasdiscográficas, a través de brazos legales tales como la RIAA,
demanda a adolescentes por cientos de miles de dólares bajo laacusación de haber compartido. Mientras tanto, las corporacionesconspiran para restringir el acceso público a la tecnologÃa desarrollandosistemas de Administración de Restricciones Digitales (/DRM - DigitalRestriction Managment/), diseñados para encadenar a los usuarios eimposibilitar la copia. Los ejemplos incluyen iTunes, los DVD y los discosBlueray. (Para más informaciónver DefectiveByDesign.org). Aunque talesconspiraciones constituyen restricciones al comercio, los gobiernos no laspersiguen legalmente.
A pesar de estas medidas, la práctica de compartir sigue en pie;el ser humano posee un fuerte impulso hacia la cooperación. Por lotanto, en Octubre de 2008 los EEUU aprobaron una ley parasecuestrar los ordenadores utilizados para llevar a cabo lapráctica prohibida de compartir. La Unión Europea estácontemplando la posibilidad de implementar una directiva quesuspenderÃa el servicio de Internet a las personas que hayan sidoacusadas (no declaradas culpables) de compartir; quien deseecolaborar para oponerse a dichas medidas, puede dirigirse al sitiolaquadrature.net. Nueva Zelanda ya adoptó esta ley en 2008.
Recientemente, durante un congreso cinematográfico, oà que hubouna propuesta para requerir a las personas que demostraran suidentidad para poder acceder a Internet; dicha vigilancia tambiénayudarÃa a eliminar el disenso y la democracia. China ha anunciadola implementación de una norma de ese tipo para los cybercafés, ¿serála UE la siguiente? Un parlamentario del Reino Unido propuso llevar aprisión a diez personas por compartir. Esto no ha sido aceptado... todavÃa.
Mientras tanto, en Méjico, los niños están siendo invitados a delatar a suspadres, al estilo soviético, por realizar copias no autorizadas. Parecieraque no existen lÃmites a la crueldad de la industria del /copyrigh/t ensu Guerra Contra la Práctica de Compartir.
El argumento principal de las compañÃas discográficas paraprohibir que se comparta es que causa la "pérdida" de empleos.Claramente son puras suposiciones. Pero incluso aunque fueraverdad, no justificarÃa la Guerra Contra la Práctica de Compartir.¿DeberÃa la gente dejar de limpiar sus propias casas para evitar la"pérdida" de puestos de trabajo para los empleados domésticos?¿O acaso prohibir a la gente cocinar ellos mismos, o prohibir compartirrecetas, para evitar la "pérdida" de puestos de trabajo en los restaurantes?Son argumentos absurdos porque el "remedio" es mucho más dañino que la"enfermedad".
Las compañÃas discográficas aseguran también que el hecho decompartir música reduce los ingresos de los músicos. Esta es unaverdad a medias, una de esas que son peores que una mentira, yel nivel de veracidad que contiene es mucho menos que la mitad.
Incluso si aceptamos la hipótesis de que si no hubieras descargadola música, la habrÃas comprado --normalmente falso, pero enocasiones cierto-- solamente si el músico es una superestrellaconsolidada verá algo del dinero de la compra. Las comañÃasdiscográficas intimidan a los músicos al comienzo de suscarreras con contratos que los explotan durante los primeros 5 o7 discos. Es casi imposible que un disco que se publique bajoesos términos venda suficientes copias como para que el músico veaun centavo de las ventas. Para más detalles ver.Dejando de lado a las superestrellas consolidadas, la práctica decompartir sólo reduce la cantidad de dinero que las compañÃasdiscográficas usan para demandar a los amantes de la música.
Con respecto a los pocos músicos cuyos contratos no los explotan,o sea las superestrellas consolidadas, el hecho de que estas personasse vuelvan un poco menos ricas no representa ningún problema enespecial para la sociedad o para la música. No hay nada que justifiquela Guerra Contra la Práctica de Compartir. Nosotros, el público,debemos ponerle fin.
Hay quien sostiene que las compañÃas discográficas nuncaconseguirán eliminar la práctica de compartir, que eso es algoimposible de lograr. Dada la asimetrÃa entre lafuerza del /lobby/de la industria discográfica y la fuerza de los amantes de la música,desconfÃo de las predicciones sobre quién ganará esta guerra; encualquier caso, serÃa insensato desestimar al enemigo. Debemossuponer que cualquiera de las partes puede ganar, y el resultadodepende de nosotros.
Además, incluso si las compañÃas discográficas nuncaconsiguieran eliminar la cooperación humana, causan muchodaño sólo intentándolo, y tienen intención de causar aún más.En vez de dejarles continuar la Guerra Contra la Práctica deCompartir hasta que admitan que es inútil, debemos detenerles loantes posible. Debemos legalizar la práctica de compartir.
Algunos opinan que la sociedad de la red no necesitará más de lascompañÃas discográficas. No apoyo esta postura. Nunca pagaré poruna descarga de música hasta el dÃa que pueda hacerlo de formaanónima, asà que quiero poder comprar CDs anónimamente en unatienda de discos. No deseo la eliminación de las compañÃasdiscográficas en general, pero no renunciaré a mi libertadpara que ellos continúen.
La finalidad del /copyright/ --en grabaciones musicales o encualquier otra obra-- es simple: fomentar la literatura y elarte. Ese es un buen objetivo pero tiene lÃmites, no puedejustificarlo todo. Impedir que la gente comparta sin ánimo delucro ya es demasiado. Si queremos promover la música en laera de las redes de ordenadores, debemos elegir métodos que seajusten a lo que queremos hacer con ella, y eso incluyecompartirla.
A conitnuación doy varias sugerencias sobre lo que podemos hacer:
- Los fanáticos de ciertos tipos de música pueden organizar gruposde /fans/ para apoyar a quienes comparten los mismos gustos.
- Podemos incrementar los fondos de los programas gubernamentalesexistentes que subvencionan la producción musical.
- Los artistas pueden financiar trabajos caros mediantesuscripciones, devolviendo el dinero si la obra no se hace.
- Muchos músicos obtienen más dinero de la venta de sus artÃculospromocionales que de la venta de sus discos. Si adoptan un sistemabasado en la comercialización de esos artÃculos para la recaudación defondos, no tendrán ninguna razón para impedir la copia, todo lo contrario.
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Podemos apoyar a los músicos con fondos públicos distrubuidos directamenteen proporción a la raiz cúbica de su popularidad. El uso de la raÃz cúbicaimplica que si la superestrella A es 1000 veces más popular que el talentosoartista B, A obtendrá 10 veces más de los fondos que B. Esta forma dedividirel dinero constituye un método eficiente para promocionar una ampliavariedadde música.
DeberÃa existir una legislación que garantice que las compañÃasdiscográficas no puedan confiscar esos fondos a los artistas, ya quea experiencia demuestra que es lo que harán. Hablar en términos de"compensación" del "titular de los derechos" es proponer en forma encubiertaque la mayor parte del dinero sea destinada a las compañÃas discográficasen nombre de los artistas.
Los fondos podrÃan provenir del presupuesto general, o de unimpuesto especial sobre algún bien o servicio relacionado de algunamanera con el hecho de escuchar música, como los discos vÃrgenes o laconexión a internet. Cualquiera de las dos formas funcionarÃa.
Existe un plan similarllamado Mécénat Global.
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Apoyar a los artistas con pagos voluntarios. Esto ya estáfuncionando muy bien para algunos artistas, incluyendo aRadiohead, Nine Inch Nails y Jane Syberry (sheeba.ca), inclusousando sistemas inconvenientes que requieren que el compradoruse la tarjeta de crédito.
Si los amantes de la música pudieran pagar fácilmente condinero digital, si cada reproductor de música tuviera un botón quepudieras pulsar para enviarle un euro al artista que hizo lacanción que acabas de escuchar, ¿no lo pulsarÃas de vez en cuando,quizás una vez por semana?. Sólo los pobres y los muy tacaños nolo harÃan.
Quizás tengas otras buenas ideas. Apoyemos a los músicos, ylegalicemos la práctica de compartir.
1 Ver el artÃculo pero cuidado con el uso que allà se hace del término "propiedad intelectual". Este término disemina confusión porque se usa para agrupar incorrectamente varias leyes que no están relacionadas entre sÃ. Ver la explición de los motivos por los cuales no es bueno utilizar ese término en el siguiente enlace.
2 Ver /the-future-of-copyright/.
Copyright 2009 Richard Stallman
Traducción de Dora ScilipotiEste artÃculo se publica bajo la Licencia Creative CommonsReconocimiento-Sin obras derivadas 3.0